Now Reading
Te damos este par de consejos para aprovechar al máximo tu visita al GYM

Te damos este par de consejos para aprovechar al máximo tu visita al GYM

¿Qué piensas que es esto? ¿Un mal montaje de un episodio de “Los Magníficos”? Amigo estamos en un gimnasio público, y el resto de los miembros no tiene por qué estarse preocupando por una mancuerna que rebota, o una barra que rueda sin control, o por ambas cosas.

Waxman dice: “Si estás en un establecimiento para ponerte en forma, aventar las pesas puede ser peligroso para la gente que te rodea. Si estás haciendo ejercicios como las sentadillas perrunas, levantamiento de peso muerto, o cualquiera otro de esos ejercicios en los que debes dejar caer la pesa, tienes que encontrar un tipo de local en donde aplique el entrenamiento duro, y ahí sí, todo se vale. Y si vas a dejar caer las pesas, será mejor que no sea una serie de 30 seguidas, o te van a sacar de ahí más rápido de lo que te cuento”.  O cuando menos así debería ser.

El baboso

Los Mejores Regalos

Si alguna vez te has acomodado en el banco, para de pronto darte cuenta de que tiene una espesa capa de grasa por el sudor y la colonia de otra persona, entonces acabas de ser víctima de “el baboso”. Este tipo, y sus glándulas sudoríparas excesivamente activas, está en fase de negación sobre su exagerada tendencia a mojar de sudor todos los aparatos, ¿y nada más por eso los demás tenemos

que aguantarlo?

Jim Ryno, entrenador personal titulado y propietario de LIFT, un establecimiento privado de entrenadores personales ubicado Nueva Jersey, dice: “Es muy sencillo, llevar contigo una toalla en todo momento y limpiar bien todo tu equipo de gimnasio, antes y después de usarlo, no solamente es un gesto de buena educación, sino también de higiene”. ¿Se te olvidó llevar toalla? Pues toma unas cuantas toallas de papel del baño y úsalas para borrar tu rastro de sudor.

El arrimado para entrenar

Es parecido al hablantín que le gusta vociferar al teléfono cerca de ti, pues al arrimado le gusta acercarse a la víctima más próxima para completar su serie de ejercicios de pie. Miras a la izquierda, miras a la derecha, y sí, hay espacio de sobra para ti, o para que él se aleje a una distancia prudente. Sin embargo, él está ahí, haciéndote mosca con su agitada respiración y balanceando las mancuernas peligrosamente cerca de tu cuerpo. Pero eso no es todo, también puede tener el defecto de que le guste dejar las pesas fuera de su lugar, echar pujidos o hacerte plática sin sentido, y si tal es el caso, entonces la ofensa es por partida doble.

El de las superseries constantes

Escucha amigo, si tú quieres hacer los ejercicios uno detrás de otro en tu rutina, te felicitamos por el esfuerzo, pero por favor no lo hagas en las horas pico. El resto de nosotros queremos ejercitarnos, y no puedes pretender que tengamos la paciencia para esperar 20 minutos hasta que termines con los 60 y pico

de movimientos seguidos, acaparando

dos aparatos.

Oigamos la opinión de Jimmy Pena, maestro en ciencias, especialista certificado en fuerza y condición, entrenador personal de muchas personas famosas de Los Ángeles y fundador de PrayFit (www.prayfit.com), quien dice: “Si vas a hacer superseries en las horas en que los gimnasios están hasta el tope, apégate a la misma máquina y utiliza las ventajas mecánicas. Si por ejemplo estás tratando de entrenar tu espada, y quieres entrenar la parte superior e inferior del músculo dorsal ancho, puedes permanecer en la misma máquina. Haz jalón descendente con presa abierta para ejercitar la parte superior del músculo dorsal ancho, y luego jalón descendente con presa bajo la barra, así puedes pasar de un movimiento débil a uno más fuerte, sin tener que andar cambiándote de equipo”. Nada más no se te ocurra hacer series triples o, peor aún, series gigantes. En eso radica tenerles consideración a los demás parroquianos

del gimnasio, y mostrar un poco de

sentido común.

El acaparador del soporte de mancuernas

Un pavoneo exagerado, una camiseta de manga corta de pésimo gusto, y unos audífonos desgastados, suelen ser el único método para identificar a estos transgresores del buen orden, antes de que cometan sus fechorías. Los vas a reconocer fácilmente, caminan sin mucha convicción hacia la estación de mancuernas, e invariablemente lo harán en dirección tuya, pondrán un campamento justo entre donde tú estás y el espejo, haciendo una pausa. Después de eso, van a tomar el par de mancuernas que está justo frente a ti, y van a hacer esa finta rara pero muy acostumbrada entre los que están

tocados de la azotea, y eso que las mancuernas todavía están en la estación, después van a tomarlas y a permanecer justo frente a ti. ¿Contaste el número de cosas que hacen justo frente a tus ojos? Es molesto, ¿no crees?

Pena dice: “Sí, te están bloqueando, pero como no se mueven de ese lugar, nadie más puede tomar las mancuernas de ahí. Así que no se te ocurra ponerte a hacer curls ni levantamientos de hombros exactamente dónde están las mancuernas. Date un poco de espacio. Al asumir esta actitud le facilitas mucho las cosas a todos los demás”. Y si tú eres culpable de haber cometido esta falta de educación en el gimnasio, date cuenta de que no necesitas estar tan cerca del espejo para verificar

que lo haces en la forma correcta, a menos que estés perdidamente enamorado de

ti mismo.

El dueño de la maleta estorbosa

En casi cualquier gimnasio vas a

encontrar una serpenteante hilera de aparatos, torres de pesas y pasillos por donde la gente puede transitar libremente. Incluido en esta lista, a menudo nos encontramos con otro obstáculo peligroso y muy molesto: la estorbosa maleta, más que bolsa, en el que llevan todas sus cosas al gimnasio, que suele ser mucho más grande de lo que es estrictamente necesario. Gracias señor dueño de la maleta estorbosa, porque un buen esguince de tobillo o un moretón en la cara es todo lo que necesitaba para que mi rutina de ejercicios realmente sea digna de tomarse en cuenta, ¿verdad?

Presciano dice: “Vamos a hacer que sean únicamente los aparatos de gimnasio nuestra carrera de obstáculos de entrenamiento, y dejemos la maleta en casa. Y por cierto, ¿qué demonios cargan ahí? Todo lo que se necesita son un par de prendas, una toalla y una botella de agua. No puedo soportar tropezarme con la maleta de alguien cuando estoy entrenando”. Y a nadie le sorprende

que ese mismo sentimiento sea

compartido por todos los que vamos

al gimnasio.

El tipo descalzo

Si Arnold lo puso de moda, entonces debe ser algo sensacional para ti, ¿verdad? ¡Pues te equivocas! Entrenar descalzo en gimnasios atiborrados de gente es una fórmula para el desastre, incluyendo a todos los que te rodean. Y es que cuando no tienes zapatos eres más propenso a resbalarte y caerte, además, ese insoportable ruido de estar pegando contra el piso con la pata pelona, puede poner hecho una furia hasta el más amable de los miembros del gimnasio.

Sandler dice: “Además de todo, es

grotesco. Tus pies acumulan bacterias, y el sudor en tus zapatos malolientes hace que se vuelva el nido de crianza perfecto para los hongos de los pies y otras enfermedades. Súmale a eso el agua y

otros gérmenes en el piso y verás que

estás poniendo en riesgo tu salud. Pero también se trata de respetar a los demás que van al gimnasio. Así que mejor ponte los zapatos, o si te estás dando un regaderazo, unas chanclas o zapatos especiales para bañarte”.

View Comments (0)

Leave a Reply

Your email address will not be published.

Scroll To Top