Sabemos que la mujer tiene la capacidad de tener múltiples orgasmos durante un encuentro sexual. ¿Es verdad que el hombre también puede ser multiorgásmico?
Para muchos prolongar los encuentros eróticos y llegar con la pareja a un clímax simultáneo es un gran sueño.
Tanto en México como en otros países de occidente la educación sexual nos muestra una relación intima entre la sensación subjetiva placentera del orgasmo y la expulsión del semen. Para nosotros son dos eventos prácticamente fusionados, aunque científicamente se trata de dos procesos distintos. El primero es una experiencia a nivel físico y emocional, mientras que el segundo es un simple reflejo que ocurre en la médula espinal y que da como resultado la salida del semen.
Toda la influencia cultural que habla del multiorgasmo masculino la da el mundo oriental, quienes aseguran que conocen la diferenciación entre el orgasmo y la eyaculación desde hace más de tres mil años, cuando el Kung Fu sexual apareció como una rama de la medicina china. Con esto no trato de cambiar la cultura sexual del mexicano. Si eres un hombre que goza plenamente de su sexualidad, lo óptimo es que sigas con tus prácticas sexuales habituales, pero si quieres mejorar tu sexualidad, vale la pena conocer otras técnicas.
Los chinos proponen diversos ejercicios de respiración y fortalecimiento muscular que permitan retener o aplazar la eyaculación, con la finalidad de evitar el desperdicio de la energía vital que se va en cada descarga de semen. Y por lo tanto, aprovechar esa energía y convertirla en fuente de salud, bienestar íntimo y de contacto con lo “divino”.
Los taoístas sostienen que al expulsar el semen, el cuerpo asume que se está preparando para crear un nuevo ser, de modo que todo el organismo da lo mejor de sí, con un consecuente gasto energético. Esto explica por qué luego de la eyaculación, los hombres sienten cansancio, sueño y desgaste físico. De ahí que el Kung Fu sexual se centre en los trabajos de flujo de energía y sobre todo, en una cosmovisión que ve a la sexualidad de otra forma de búsqueda de la espiritual.
Tanto la tradición Taoísta como el Kamasutra sostienen que el objetivo de la sexualidad es lograr que la pareja se compenetre a un punto tal, que ambos puedan mover su energía desde la zona genital hacia la cabeza, a fin de transformar esa energía en una sexualidad trascendente y espiritual.
En la práctica, la primera etapa de ejercicios consisten en fortalecer los músculos pubococcígeos. Esto se hace cada vez que la persona va a orinar, reteniendo la micción las veces que pueda para luego continuar. O en su defecto, contraer el área pélvica durante el día, contar hasta tres, y relajar. Se recomienda hacerlo al menos 10 veces al día, para fortalecer los músculos y mejorar el control de las eyaculaciones.
La segunda etapa consiste en seguir técnicas que eviten la eyaculación. Para ello se requiere identificar con claridad todas las sensaciones del cuerpo antes del orgasmo. Se puede intentar con la pareja, comunicándose en qué momento el hombre va a eyacular y detener los movimientos pélvicos y la penetración vaginal, después que pase la sensación continuar.
También es útil respirar de forma conciente, lenta y profunda, y relacionar esta respiración con las contracciones de los músculos pubococcígeos; presionar con firmeza el perineo (área entre los testículos y el ano) al momento de la sensación de inicio del orgasmo, a fin de inhibir el reflejo eyaculatorio y no iniciar con penetraciones profundas, si no con movimientos pélvicos circulares, así como realizar repetidas contracciones pubococcígeas intercaladas, con el pene dentro de la vagina, mientras ella contrae, el hombre relaja, y viceversa.
Con estas técnicas se hacen mucho más concientes las sensaciones placenteras, y se puede prolongar el tiempo de los encuentros eróticos hasta que uno quiera.
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